A pesar de la cara amable y pacífica que Corea del Norte presentó en los Juegos Olímpicos de Invierno, muchos desertores de la dictadura comunista cuentan historias de un régimen oscuro y opresivo.
Dos de ellos compartieron recientemente con CBN News como huyeron del país para escapar de la muerte, dificultades y persecuciones. Por razones de seguridad, ellos pidieron que sus identidades no fueran reveladas.
Para contar su historia, los llamaremos de Jae-un y Sung-min, ambos desertores de Corea del Norte.
Jae-un es la única sobreviviente de una familia de cinco hermanos. Cuando ella tenía sólo 2 años de edad, su padre fue llevado a un campo de trabajos forzados en Corea del Norte. Nunca más oyó hablar de él. Durante el gran hambre a mediados de la década de 1990, su único hermano murió de desnutrición. Su madre murió en la carretera mientras intentaba encontrar comida para alimentar a su familia hambrienta.
Jae-un, vívidamente recordó con lágrimas las dificultades que enfrentó para luchar por su propia vida. “Durante el gran hambre sólo recibimos arroz una vez cada tres días. Cuando mi madre murió, no tuvimos fuerza para enterrarla.
Mi hermana mayor fue a China para buscar trabajo y sostener a la familia”. Por desesperación, Jae-un decidió huir de Corea del Norte. Una noche en diciembre de 1999, atravesó el río Yalu y cruzó la frontera china. El agua estaba congelada y la corriente era muy fuerte, pero estaba decidida a sobrevivir.
Después de llegar a China, ella eligió ser vendida a un hombre para que ella pudiera vivir en la gran ciudad. Pero ella huyó de él porque no la trataba bien. Fue entonces que Jae-un se unió a un grupo de estudio de la Biblia en China. Ella se acordó de la mujer que conoció antes de su huida y que le habló a ella sobre Dios.
Jae-un dijo que quedó impresionada con la bondad de aquella mujer. “Ella me dio dinero para comprar arroz suficiente para tres meses y me dijo que Dios está vivo y está conmigo, porque Él es el padre para el huérfano y el defensor de las viudas. Yo había oído hablar de Dios en Corea del Norte, pero también era consciente de que los creyentes son llevados a la cárcel a causa de su fe. Entonces me di cuenta de que Dios me ama”, relató.
Jae-un consiguió dar una llamada a su única hermana sobreviviente en Corea del Norte y compartió con ella sobre Jesucristo. Su hermana se entregó a Jesucristo y lo reconoció como su Salvador.
Sin embargo, las autoridades descubrieron que ambas se estaban comunicando y luego llevaron a su hermana a un campo de trabajo. Desde entonces Jae-Un nunca más oyó hablar de ella.
Jae-un se casó con un hombre norcoreano que conoció en la iglesia de China y finalmente se mudaron a Corea del Sur. A diferencia de Jae-un, que vivía en la pobreza, Sung-min era bien formado y graduado en Corea del Norte. Pero él dice que estaba desencantado con su país y decidió huir.
“Yo sabía que el dictador y sus privilegiados disfrutaban de una vida lujosa mientras tanta gente moría de hambre. En enero de 2007 crucé el río Tumen hacia China, pero la familia surcoreana que conocía no me recibió porque no formaba parte de su familia. Los guardias de la frontera me dijeron que fuera a una iglesia donde yo conseguiría ayuda, pero me rechazaron porque era ateo.
Sung-min contó que estaba desolado y ya no veía más sentido para vivir. Por eso buscó formas de intentar suicidio. “En el mes de junio de 2007, un hombre chino que conocí durante la travesía del río trajo a un evangelista para conversar conmigo. Me rehusé a conocerlo al principio, pero en junio de 2007, los dos insistieron en hablar conmigo, él dijo que entendía mis dificultades y que Jesucristo murió en la cruz por mí. Cuando lo oí, sentí algo pesado en mi corazón. Fue la primera vez en mi vida que tuve tales sentimientos. Era más importante que Jesús muriera en la cruz para darme la vida eterna, lloré, me arrodillé y oré con aquel pastor”, dijo.
Sung-min cree que 60.000 norcoreanos desertaron, pero la mitad de ellos decidió volver a Corea del Norte. Él dijo que ese gran número volvió al país comunista para evangelizar a sus familias y hoy hay unos 30.000 cristianos que pertenecen a las iglesias subterráneas en Corea del Norte.
Hoy, Jae-un y Sung-min presentan un programa cristiano de radio en Corea del Sur, que cuenta testimonios de norcoreanos transformados por Cristo. El programa también promueve la unidad entre los norcoreanos y surcoreanos en preparación para la reunificación.
Sung-min dice: “Creo que Dios tiene un plan para nosotros y reunirá a Corea en su tiempo y su forma. Nuestro programa pretende abrazar las diferencias y restaurar la identidad común de los pueblos de las dos Coreas. Creo que alrededor de 10 millones de norte-coreanos están escuchando nuestro programa, cerca de un millón de personas oyeron el programa surcoreano cuando regresé a Corea del Norte. Ahora hay más dispositivos móviles, así que creo que al menos 10 millones están escuchando nuestra programación una vez por semana o una vez al mes”.
Jae-un también comparte sus sentimientos: “Creo que mi trabajo es prepararse para la unificación y ayudar a los norcoreanos. Aunque mi vida ha sido extremadamente dura, Dios me escogió como hija de él y fue él quien me trajo hasta aquí entonces alabaré su nombre y predicaré el Evangelio de Jesucristo hasta el final de mi vida”.
[ Fuente: CBN News ]
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"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque asípersiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5, 10-12)
Cinco maneras de fortalecerse de modo que estemos capaces de permanecer en aquel día.
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1- asegurando nuestra relación con Dios
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2- caminando con Dios
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3- leyendo la Biblia regularmente
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4- orando en todo tiempo
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5- la meditación de Cristo